lunes, 2 de junio de 2014

EL AMOR ES DIFICIL




Hay quien persigue el poder, y quien pasa de él. Hay quien acumula riquezas y quien se siente libre de esa cadena y se conforma con poco –que, si es suficiente, ya es bastante riqueza–. Hay quien se consagra al conocimiento, al saber, a la ciencia, y quien tiene la inquietud intelectual de una piedra… Pero todos buscamos amor. Aun sin saberlo. Incluso quien se desengaña, sigue añorando el encuentro, el abrazo, la aceptación y la acogida incondicional. Es tan consustancial a nosotros como respirar, comer o imaginar. Con ese nombre llamamos a Dios. Y definimos las relaciones más importantes de nuestra vida. Y, sin embargo, el amor es complicado, quizás porque nosotros lo somos.

A veces podemos ser muy fríos. Otras veces excesivamente intensos. Va con carácter, con momentos y circunstancias. Y el amor necesita encontrar su lugar. Porque a veces puede convertirse en exigencia, en invasión, en cadena. Quieres apresar al otro, poseer, y se generan dependencias terribles. Los celos, en la relación de pareja, o en la amistad, son uno de los peores demonios que muerden a la gente. También puede ocurrir lo contrario. Blindarse contra el otro, querer mantener a toda costa la propia independencia, la propia seguridad, no hacerte vulnerable por temor a ser herido. Y, en consecuencia, guardarte siempre tu propio espacio al que nadie puede acceder. Pero, a veces, el amor necesita dar entrada al otro en las facetas más importantes de la vida. El amor de Dios no apresa, pero está cerca. No invade, pero quiere entrar en la propia vida. Y puede ser un modelo para lo que cada uno vivamos en el día a día.

¿Hacia dónde oscilas tú, cuando de amar se trata? ¿Eres más posesivo? ¿Más distante? ¿Se te ocurren otros desequilibrios o equilibrios posibles en el amor?

No siempre todo son días de vino y rosas. Parece que hablar de ‘amor’ es hablar de buenos sentimientos, encuentros, amistad, pasión, pareja, correspondencia… Pero la verdad es que amar es, también, estar dispuestos a pasar por épocas difíciles, por momentos en que hay quien ama más y quien responde menos. El propio Dios se lamenta, en algunos pasajes bíblicos preciosos, a través de los profetas, por el desamor de su pueblo. Amar es, también, estar dispuestos a luchar por los otros, para recuperar a quienes queremos. Es estar dispuestos a sortear obstáculos, a lidiar con problemas, a perdonar, a dejar que cicatricen algunas heridas…

¿Cómo lidias tú con la dificultad del amor?
 

jueves, 16 de enero de 2014

EN EL PRINCIPIO ERA EL AMOR



EN EL PRINCIPIO ERA EL AMOR

Se acabó la navidad. Sigue la vida, con sus ritmos y rutinas. Ahora, exámenes para algunos, que siempre hacen que empeore el humor. Y vuelta al trabajo. A lo cotidiano. Y las rebajas, tan frecuentes, tan publicitadas. Es el constante ciclo de las agendas y sus costumbres. ¿Por qué no darnos un momento, en medio de toda esa cuesta de enero, para recordar lo esencial? El amor. En mayúscula y minúscula. En la fe y en la vida. Es nuestra verdad más profunda, nuestra aspiración más honda. La meta que a menudo marca los horizontes hacia los que caminamos. A su lado, lo demás palidece.
En la vida vamos escribiendo capítulos, y vamos forjando lazos. Vamos llenando de nombres el macuto que llevamos a la espalda. Ylos más importantes son los nombres de aquellos a quienes queremos y que nos quieren. Los de las personas con las que compartimos memorias inolvidables, gestos de ternura, proyectos que lanzan puentes hasta lo personal. Es amor amigo, amor amante, amor de padres y de hijos. Amor que aprendemos en Dios, y reflejamos en lo cotidiano. Amor que a veces nos ilusiona y otras nos inquieta. Pero, ¿quién querría vivir sin él?
 ¿Dónde se concreta hoy, en tu vida, el amor?
Si hubiera que definir a Dios en una palabra, probablemente sería esa: Dios es amor. Porque, de todo lo que conocemos, es lo que más vinculamos a la plenitud. De todas nuestras experiencias, es la más asociada a la felicidad. De todas nuestras memorias, es la más fecunda. Podemos construir la vida sobre la seguridad, sobre el dinero, sobre la belleza, sobre los títulos, sobre el prestigio, sobre la diversión… y todo eso pasará. Pero, al final, en nuestra raíz primera, en nuestra verdad más honda, en nuestro acontecer más significativo, hemos sido creados para el amor.
¿Sobre qué construyes tu vida en esta etapa?